Debería
ilustrar estas líneas con un oligarca ruso apuntándole con un Kalashnikov a los popes de la Unión
Europea (UE) que pretendían que Chipre aprobara una ley para cobrarles un
impuesto a los titulares de cuentas bancarias (de entre el 6,75 y 9,9 % según
los montos de los depósitos), con el fin de evitar la quiebra del sistema
financiero chipriota.
Desde hace
un par de días me ha sorprendido la difusión que tiene la noticia en Rusia, e
incluso es muy probable que los rusos pongan la plata para el rescate.
En Chipre hace varios días que los bancos están cerrados.
Hay un dato
que no tengo manera de confirmar, pero ya lo leí en varios artículos: ¡el 40
por ciento de los titulares de cuentas bancarias en Chipre son rusos! Dicen que
mientras el parlamento chipriota estaba reunido debatiendo qué hacer, una gran
cantidad de magnates rusos esperaban a pocos kilómetros en sus jets privados,
listos para retirar los depósitos en caso de que se aprobara lo que hubiera
sido una especie de corralito, una medida durísima que nunca se barajó
cuando se analizaron distintas opciones para salvar a otros insolventes
europeos: Grecia, España, Irlanda y Portugal.
¿Y por qué a
Chipre con los tapones de punta? Los rusos dicen que la única razón es que como
el 40 por ciento de los afectados serían rusos, se hace más fácil implementar
una medida tan dura. Pero además, los rusos están furiosos porque creen que la UE se basa en el lema de “ladrón que roba a otra ladrón, tiene 100
años de perdón”, argumentando que en cuentas chipriotas hay depositadas
fortunas mal habidas (sobornos, juego clandestino, tráfico de uranio, etc).
La verdad
es que Chipre es una especie de paraíso fiscal, la Suiza rusa, los bancos
ofrecen anonimato y grandes facilidades para hacer negocios, y llevar la plata
a esa isla es una gran tentación, porque el impuesto a sociedades es de apenas
el 10 por ciento, cuando en Rusia es del 60. El Banco Central ruso informó que
Chipre es el principal destino de las inversiones rusas en el extranjero.
La maniobra
que se hace es de una ingeniería financiera bastante difícil de explicar e
incluso de entender para quienes no estamos en ese mundo, pero según me
explicaron, las empresas rusas mandan la plata a petroleras de Chipre, y
después ese dinero es “repatriado” a través de inversiones en compañías rusas
que operan en todo el mundo.
Con 30.000
millones de dólares de empresas y particulares rusos depositados en Chipre (una
cifra impresionante, que, por ejemplo, equivale al 75 por ciento de todas las
reservas que hoy tiene el Banco Central argentino), es lógico que en estos
días, el país más grande del mundo mire a Chipre -una isla cuya superficie es apenas
la octava parte de la provincia de Entre Ríos-, como si fuera el ombligo del
mundo.